Es posible que hayas oído hablar de la importancia de la mayordomía cristiana, pero ¿qué significa realmente? ¿Cómo nos convertimos en buenos mayordomos y cómo se ve esto? La definición del diccionario de mayordomía es: "El trabajo de supervisar o cuidar algo, como una organización o una propiedad". Hay muchos versículos bíblicos que hablan de la importancia de la mayordomía cristiana, a los que echaremos un vistazo en un momento. ¿Qué quiere Dios que administremos bien? ¿A nosotros mismos? ¿Nuestro planeta? ¿Qué más?
Podemos remontarnos a los fundamentos de todo para ver la vocación que Dios dio a Adán y Eva: “Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara” (Génesis 2:15). Recuerdo que cuando era adolescente, en un evento para jóvenes, un pastor hablaba apasionadamente sobre nuestra labor como creyentes de cuidar el planeta, y me avergüenza decir que me quedé pensando: "¿Pero eso qué tiene que ver conmigo?". Por muy egoísta que parezca, a veces, cuando oímos historias preocupantes sobre el calentamiento global o leemos las preocupantes estadísticas (disponible en inglés), se siente demasiado grande o demasiado intangible para que le prestemos atención de alguna manera. Nos preguntamos, ¿qué podemos hacer nosotros al respecto?
Salmo 24:1 nos recuerda que “Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan”. Al igual que Adán y Eva, Dios nos ha llamado a cuidar de su preciosa tierra. Qué honor y qué responsabilidad. Todo el mundo está llamado a ser un buen mayordomo, y aunque una vida parezca solo una gota en el océano, el océano está hecho de gotas. Romanos 14:12 nos recuerda que “cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios”. Así que, tanto si crees que es un gran problema como si no, la forma en que vivimos importa. Y eso nos incluye a todos nosotros. Podemos marcar la diferencia con nuestras vidas: hay cosas que podemos hacer para cambiar nuestra huella de carbono. Podemos cambiar nuestra forma de comprar y de vivir. Y son estos pequeños y meditados cambios los que se van sumando y se transforman en un gran cambio más adelante. Este artículo de la ONU destaca lo fácil que puede ser incorporar estos cambios a nuestro estilo de vida. Tres de los más fáciles son volar menos, comer menos carne y caminar más. Fácil, ¿verdad? Solo hay que dedicar tiempo a ajustar un poco nuestras vidas. Y con el tiempo, todo esto ayudará a cambiar el equilibrio.
"Señor, aquí tiene su dinero; lo he tenido guardado, envuelto en un pañuelo. Es que le tenía miedo a usted". Como escritor, a veces me he cuestionado mi vocación, preguntándome: "¿Es esto realmente lo que me has llamado a hacer? ¿Estás seguro de que no debería hacer algo más útil?" Y es tentador soñar despierto con un trabajo que gane mucho más dinero. Pero una vez estaba orando sobre si debería haber elegido una carrera más "sensata", y me sentía tonto en la que había elegido, y sentí que Dios decía: "En realidad no eres tonto, eres sabio porque has escuchado lo que he puesto en ti y lo has perfeccionado". Bum. Eso era todo lo que necesitaba oír. Puedes leer más sobre la mayordomía de nuestros talentos en esta parábola que Jesús contó en Lucas 19:11–27.
Si Dios te da algo para hacer con tu vida, ya sea una vocación, una habilidad, una pasión, entonces la manera en que puedes honrarlo es honrar ese don en tu vida y dedicarte a ello. No importa lo que piensen los que te rodean. Volvamos a la parábola de los talentos: si entierro lo que él ha puesto en mí en favor del reconocimiento y la alabanza de la gente en una carrera no deseada, entonces no confío en su bondad para conmigo. En cambio, honraré el don, le dedicaré tiempo, lo perfeccionaré y lo compartiré. Todo depende de los ojos con los que miremos. Si nadie viviera con una pasión que superara todos los obstáculos, entonces no tendríamos cuadros de Van Gogh para mirar, ni poemas de Emily Dickinson, ni obras de Johannes Vermeer. Piénsalo por un momento. Todos estos artistas fueron relativamente desconocidos en su vida y murieron en la pobreza, sin tener idea del legado que dejarían.
Entonces, la mayordomía cristiana también consiste en cuidar lo que se te ha dado. ¿Cuál es tu talento, tu pasión o tu don? ¿Lo has guardado en un paño o lo has enterrado bajo tierra? Tal vez sea el momento de empezar a invertir en lo que se te ha dado. No lo escondas. Honra al Señor honrando el don que hay dentro de ti. Julia Cameron lo expresa de esta manera: "Muchos de nosotros hemos hecho de la privación una virtud... Nos esforzamos por ser buenos, por ser agradables, por ser serviciales, por ser desinteresados... Pero lo que realmente queremos es que nos dejen en paz. Cuando no conseguimos que los demás nos dejen en paz, acabamos abandonándonos a nosotros mismos. Para los demás, puede parecer que estamos ahí. Podemos actuar como si estuviéramos allí. Pero nuestro verdadero yo se ha ido al suelo". (Julia Cameron; The Artist's Way; Jeremy P. Tarcher / Putnam, 2002 [1992] (p.98) No permitas que tú (o tu talento) se hunda; en cambio, deja que crezca. (Si te cuesta saber cuál es tu talento o tu vocación, echa un vistazo a esta publicación). [caption id="attachment_6460" align="aligncenter" width="1024"]
Foto por Jeremy Bishop en Unsplash.[/caption]
Hemos examinado algunos de los versículos bíblicos relacionados con la mayordomía cristiana. Hemos visto cómo esto se relaciona con el cuidado de la tierra, pero también con cada área de nuestras vidas, nuestros talentos y dones. También se aplica a nuestro cuerpo, a lo que comemos, a la forma en que empleamos nuestro tiempo, y también a nuestro trabajo, dinero y creatividad. Cuando invitamos a Dios a nuestra vida, no le invitamos solo a una parte, ¡Él se queda con todo lo que somos! Pregúntale ahora si hay algún área de tu vida en la que crees que podrías hacer algo diferente. Piensa en estas áreas: el cuidado de la tierra, tu trabajo, tu pasión o dones y tus relaciones.
Como creyentes, no estamos destinados a vivir sin cometer errores. Más bien, rendimos nuestras vidas y mientras hacemos nuestro camino, sostenemos todo en una palma abierta, preguntando a Dios de vez en cuando: "¿Hay algo que debería dejar?" y "¿Hay algo que debería comenzar?" Y esa es la diferencia de una vida vivida por la fe: que Dios está en el trono de nuestras vidas, no nosotros mismos. Terminaré con este versículo que nos recuerda que toda nuestra vida es un regalo para Dios, y que vivimos para él, no para nosotros mismos ni para la alabanza de los demás: “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor”. Colosenses 3:23-24 ¡Bendiciones!