Orar cada día puede ser difícil. No hay que avergonzarse por admitirlo. Incluso conocidos líderes cristianos han admitido que les resulta difícil. Pete Grieg, una de las voces más respetadas en el tema de la oración, una vez Tweeteó (disponible en inglés): “¿Puedo ser sincero contigo? En realidad no me gusta la oración”.
Para aclarar, siguió esto con; “Me gusta Jesús, así que hablamos”. Y esa es la cuestión. A menudo nuestra visión de la oración está mezclada. Tal vez tengas la impresión de que es un ritual religioso. Pero en realidad es la forma de comunicarnos con un Dios que nos ama y quiere pasar tiempo con nosotros.
Incluso así, no es fácil, entre otras cosas porque el ajetreo y las distracciones de la vida pueden desviar rápidamente nuestra atención. Entonces, ¿cómo crear un hábito de oración diaria y por qué es importante orar cada día?
Esta guía debería darte algunas ideas sobre cómo puedes integrar mejor la oración en tu vida.
¿Por qué es importante para los creyentes orar cada día?
Para muchas personas la oración no es algo natural. Tal vez la veas como una tarea o algo que solías hacer al final de una asamblea escolar o antes de la cena. O tal vez tu única experiencia de oración es orar cuando realmente necesitas algo o estás en un momento de dificultad.
Si este es el caso, no estás solo. No hay duda de que hablar con un Dios que no podemos ver en silencio y en soledad no es fácil. Pero es, sin duda, una parte importante de ser creyente. Hemos tratado algunos de los beneficios en otra publicación, por lo que no entraremos en detalles aquí.
Entre ellos se encuentran el acercarse a Dios, reducir la ansiedad, oír de Dios e incluso ver milagros.
La Biblia también nos da muchas razones por las cuales es importante orar. En los Evangelios, lo único que los discípulos le piden a Jesús que les enseñe es “cómo orar”, como vemos en Lucas 11:1. En 1 Tesalonicenses 5:17 Pablo dedica un solo versículo a la instrucción “oren sin cesar”.
Jesús también fue un hombre de oración. A lo largo de los evangelios acude a la oración en numerosas ocasiones, y a menudo se dirige a un lugar solitario para hacerlo, como en Marcos 1:35. Si el hijo de Dios reconoce la necesidad de orar a menudo, entonces debe ser importante para nosotros.
El acto de orar tampoco es solo para nuestro beneficio. Si vemos el mundo a través de los ojos de Dios y nos acercamos a su corazón, podemos hacer que venga el gobierno y el reinado del Rey de Reyes. E.M. Bounds, uno de los escritores preeminentes sobre la oración dijo “Dios modela el mundo a través de la oración. Cuanta más oración haya en el mundo, mejor será, y mayor la fuerza para contrarrestar el mal en todas partes”.
Crear un hábito de oración
Sabemos por qué la oración es importante, pero cómo lo hacemos regularmente es otra cuestión.
Pues bien, como todo, la oración se puede convertir en un hábito. Por desgracia, los buenos hábitos suelen ser los más difíciles de crear. Al principio se requiere trabajo para crear hábitos positivos, pero una vez que se consigue, se vuelve más natural e instintivo.
A menudo, la razón por la que te resulta difícil mantener un hábito es porque hay demasiados obstáculos para llevarlo a cabo y demasiadas razones en el momento que te impiden hacerlo.
Así que hay que intentar hacerlo más fácil. Estos son nuestros principales consejos para hacerlo más fácil y crear un hábito de oración diario.

1. Reserva un tiempo y un lugar
Hacer de la oración una parte habitual de la semana implica reservar intencionalmente un tiempo y un espacio en el día para ello.
Esto puede significar elegir un lugar de tu casa que sea cómodo, de fácil acceso y donde no te molesten. Recuerda que la mayoría de las veces que Jesús oraba, lo hacía en un “lugar solitario”; fíjate en Marcos 1:35. Hacer que sea un lugar en el que disfrutes estar hará que sea mucho más fácil de practicar.
Tal vez, para llegar a este lugar de sentarte y orar necesites un proceso. Una de las ideas exploradas por James Clear en su libro Hábitos Atómicos, es la idea de ‘acumulación de hábitos’ (disponible en inglés). Esto significa básicamente anticiparse a lo difícil que quieres hacer, con una cadena de otras acciones que son directas y te dan ganancias rápidas. Daremos un ejemplo en un momento.
La otra cosa que hay que decidir es a qué hora lo vas a hacer. Para muchas personas es lo primero de la mañana. Pero eso no funcionará para todos. Quizá tu mejor momento sea la hora de comer o lo último antes de irte a la cama.
No importa realmente cuándo sea. La cuestión es hacer que funcione en tu día.
Así, por ejemplo, digamos que tu hora es la primera de la mañana. Un proceso que podría facilitarlo es ducharse y vestirse primero, servirse un vaso de agua o una bebida caliente, y luego sentarse en la silla cómoda que hayas designado para orar. Si incorporas la lectura de la Biblia a este proceso, deja tu Biblia y/o tu diario junto a la silla para que tengas una cosa menos en la que pensar: está ahí, lista para ser usada.
2. Ora lo que tienes en mente
Otra cosa con la que mucha gente lucha es por qué orar. Cuando se sientan, cualquier buena intención es sustituida por innumerables pensamientos que deambulan por su cerebro.
Esto no solo es una distracción, sino que puedes asumir que estas cosas se están interponiendo en el camino de las cosas adecuadas por las que se supone que estás orando.
La buena noticia es que, como la oración consiste en estar en comunión con Dios y no en marcar una casilla religiosa, podemos orar sobre cualquier cosa. No tenemos que tener un plan ordenado lleno de oraciones poéticas perfectamente redactadas y llenas de citas bíblicas directas. Sea lo que sea lo que estés pensando, Dios quiere oírlo.
De hecho, en Romanos 8:26 Pablo dice “en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras”. Esta es una idea reconfortante de que, sea cual sea nuestro estado de ánimo, Dios ve nuestro corazón y puede interpretar lo que queremos decirle.

3. Utilizar una estructura o indicaciones para la oración
También puedes seguir una estructura predeterminada que te ayude a orar. Si te cuesta mucho concentrarte, puede ayudarte tener una estructura que cubra diferentes áreas, desde la acción de gracias hasta la adoración, el arrepentimiento y la intercesión.
El Padre Nuestro, más que una oración específica de Jesús, es quizás el mejor modelo que tenemos.
El “Padre Nuestro”, tal como está escrito en Mateo 6:9-13 y otros Evangelios es en realidad un gran punto de partida para todas nuestras oraciones. Podrías repasarlo y ampliar cada parte, relacionándolo con tu vida y yendo hacia donde el Espíritu te impulsa.
La estructura puede ampliar nuestras oraciones en lugar de restringirlas. Tener indicaciones de dónde partir puede ayudarnos a descubrir por qué queremos orar. No tener nada, puede llevarnos a la vaguedad y la ambigüedad.
4. Escucha
Una cosa que podría revolucionar tu vida de oración es darte cuenta de que no tenemos que hacer todo el trabajo.
Otro concepto erróneo sobre la oración es que depende de nosotros y de las palabras que digamos. Pero también se trata de escuchar lo que Dios tiene que decirnos. En Juan 10:27 dice, “Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen”. A menudo nos olvidamos de esta parte.
Escuchar a Dios no significa necesariamente oír la voz audible de Dios cuando oramos, sino más bien tener una idea de lo que Dios tiene para nuestras vidas. Puede que te sorprenda.
Por supuesto, escuchar puede ser difícil por las razones que hemos mencionado anteriormente. Pero hay formas de mantener esa atención. Puedes probar con ejercicios de respiración o con oraciones de respiración, en las que meditas sobre frases muy sencillas mientras inhalas y exhalas profundamente.
También puede ayudarte tener una música ligera o sonidos de fondo durante tu tiempo de oración para ayudar a tu mente a mantenerse concentrada.
5. Usa una app
La música para ayudarte a orar es solo una de las muchas características de la app de Glorify.
Aunque la tecnología puede ser a menudo una distracción, también proporciona herramientas para ayudarnos a orar.
Una de las funciones de la aplicación Glorify es ayudarte a crear un hábito de oración diario, ya sea haciendo nuestro devocional diario y construyendo secuencias o eligiendo una de nuestras meditaciones en la pestaña “Escuchar”. También puedes añadir tus propias oraciones en la pestaña “Oraciones” y unirte a las oraciones que se realizan en todo el mundo.
A veces lo que necesitamos es una ayuda para orar cada día y herramientas digitales como Glorify nos proporcionan eso.