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Las mujeres en el cristianismo primitivo

Las mujeres en el cristianismo primitivo

Las mujeres en el cristianismo primitivo desempeñaron un papel muy importante. Esto lo podemos ver desde los evangelios, donde aparecen apoyando la obra de Jesús. Entre las mujeres más destacadas en el cristianismo primitivo están María Magdalena, María y Marta (las hermanas de Lázaro) y María, la madre de Jesús. En el libro de Juan también aparecen mujeres sin nombre, como la mujer del pozo de Samaria y la mujer descubierta en adulterio, cuyas historias puedes escuchar en la sección de Escritura en Glorify App. Los evangelios muestran, una y otra vez, que Jesús trató a las mujeres con dignidad y respeto. Cuando leemos sobre los comienzos de la Iglesia primitiva en el libro de los Hechos, vemos una vez más el papel fundamental que desempeñaron las mujeres en la extensión del evangelio. Las primeras personas que vieron a Jesús resucitado eran mujeres:

"Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Sucedió que hubo un terremoto violento, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve. Los guardias tuvieron tanto miedo de él que se pusieron a temblar y quedaron como muertos. El ángel dijo a las mujeres: —No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron. Luego vayan pronto a decirles a sus discípulos: “Él se ha levantado de entre los muertos y va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán”. Ahora ya lo saben. Así que las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, asustadas pero muy alegres, y corrieron a dar la noticia a los discípulos. En eso Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. —No tengan miedo —les dijo Jesús—. Vayan a decirles a mis hermanos que se dirijan a Galilea, y allí me verán". Mateo 28:1-10

Las mujeres en el cristianismo primitivo

Algunos estudiosos creen que Febe fue responsable de la entrega de la epístola de Pablo a la iglesia cristiana romana. Además, probablemente fue ella quien leyó la carta a la iglesia y les ayudó con su interpretación. Priscila, que se menciona en los Hechos, fue una célebre misionera, y una amiga y colaboradora de Pablo, que junto a su esposo, discipuló a la iglesia primitiva.

Madres de la Iglesia

Muchos cristianos conocen a los "Padres de la Iglesia", pero las "Madres de la Iglesia" pueden ser menos conocidas. Varias de estas Madres de la Iglesia eran tan devotas del cristianismo que dieron todo lo que tenían, a menudo grandes sumas de dinero y grandes propiedades por Jesús.

"Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”" Mateo 25:37-40
Las mujeres en el cristianismo primitivo

Conozcamos un poco más a cuatro mujeres extraordinarias del cristianismo primitivo.

Perpetua

La cristiana primitiva Perpetua y su esclava Felicitas fueron asesinadas por su negativa a renunciar a su fe. Según el erudito I. M. Plant, "en casi todos los casos, las historias de los mártires cristianos son inventadas. En cambio, se cree que Perpetua es una excepción a esta regla". El emperador romano Septimio Severo la detuvo en el marco de la persecución de los cristianos, a pesar de que tenía 22 años y amamantaba a un recién nacido. Su padre le pidió que renunciara a su fepero ella se negó y fue ejecutada con Felicitas.

Sinclética

Es una de las Madres del Desierto más conocidas y una de las primeras personas en fundar un monasterio. Sinclética era hija de padres ricos en Alejandría, Egipto, y su belleza hizo que muchos hombres quisieran casarse con ella. Sin embargo, debido a su amor por Cristo, los rechazó a todos. Tras la muerte de sus padres, renunció a su herencia y se marchó de la ciudad con su hermana menor, que era ciega. Vivió una vida de castidad, pobreza y soledad cerca de la cripta de un pariente. En la soledad, se dice que luchó con los demonios que intentaron que volviera a su antigua vida de riqueza y placer, pero se mantuvo fiel a su fe. Aceptó enseñar a otras personas que querían aprender de ella y estableció reglas para este primer grupo monástico de mujeres. Como resultado, estas reglas influirían más adelante en el monasticismo europeo.

Marcela

Una rica mujer cristiana romana llamada Santa Marcela vivió del 325 al 410. Tras la muerte de su marido, se dedicó a su fe mediante la castidad y el servicio a los demás. Las personas que querían llevar una vida de oración y ayuno se alojaban en su casa de la colina del Aventino en Roma. Marcela fue una de las mujeres más ricas de la ciudad. Sin embargo, regaló o vendió todas sus posesiones para ayudar a los pobres. La forma en que Marcela encontró su identidad fue a través de su castidad, a pesar de que la ley decía que debía volver a casarse. También se dedicó a su improvisada orden monástica, que inspiraría a otras mujeres a hacer lo mismo.

Lidia

Tras una serie de intentos fallidos de predicar a Cristo en Asia Menor, Pablo fue llamado a Macedonia en un sueño. Tuvo mucho éxito allí, y fundó congregaciones en varias ciudades, empezando por Filipos. Lidia fue la primera cristiana convertida en el continente europeo, y fue la primera de su comunidad en creer en Jesucristo.

El sábado salimos a las afueras de la ciudad, y fuimos por la orilla del río, donde esperábamos encontrar un lugar de oración. Nos sentamos y nos pusimos a conversar con las mujeres que se habían reunido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, adoraba a Dios. Era de la ciudad de Tiatira y vendía telas de púrpura. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo. Cuando fue bautizada con su familia, nos hizo la siguiente invitación: «Si ustedes me consideran creyente en el Señor, vengan a hospedarse en mi casa». Y nos persuadió. Hechos 16:13-15

Lidia, invitó a Pablo y Silas, así como a otros compañeros de trabajo, a quedarse en su casa. Pudieron predicar y ministrar sin tener que trabajar en otros empleos porque tenían donde alojarse. La casa de Lidia se convirtió en el lugar de reunión de la creciente congregación de Filipos. Hay muchas otras mujeres extraordinarias en la Biblia y puedes conocer algunas de sus historias en nuestro blog. Foto por Andrew Bui en Unsplash Foto por Pierangelo Bettoni en Unsplash

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