La oración es una parte integral de nuestro camino cristiano. A través de la oración nos comunicamos con Dios, nos encontramos con su presencia y crecemos en nuestra relación con él. Todos tenemos diferentes rutinas de oración. Tal vez te concentras en cuánto tiempo pasas orando. O tal vez piensas en la regularidad de tu vida de oración, en las palabras que utilizas o en el momento concreto del día en que oras. Sin embargo, un aspecto que a menudo descuidamos es el papel que debe desempeñar la respiración.
A lo largo de la historia de la fe cristiana, la respiración ha desempeñado un papel importante en la oración. La antigua práctica de la “oración de respiración” ha ayudado a cristianos a orar durante los últimos 2000 años. En este blog exploraremos este tema con una mirada fresca, profundizando en la importancia de la respiración en la oración y considerando algunas ideas prácticas para incorporarla en una rutina regular de oración.
¿Qué diferencia hace realmente la respiración consciente?
En primer lugar, ¿la respiración consciente realmente marca una diferencia? Las investigaciones de las disciplinas académicas de la neurociencia y la psicología nos dicen que sí. Se ha demostrado que las técnicas de respiración tienen un efecto positivo en nuestra salud física y emocional. La respiración puede regular nuestro ritmo cardíaco. Puede ayudarnos a desarrollar un mejor sistema inmunológico, y puede aliviar las hormonas del estrés en nuestro cuerpo. Incluso ayuda a combatir la ansiedad y el estrés. Enfocarse en la respiración y poner en práctica técnicas de respiración puede mejorar significativamente nuestro cuerpo y nuestra mente.
En definitiva, los beneficios biológicos y mentales de la respiración consciente son bien conocidos. Pero también es cierto que la respiración puede tener un impacto significativo en nuestra vida espiritual. Enfocarse en la respiración puede desempeñar un papel importante en la mejora de nuestra vida de oración y en el acercamiento a Dios. Puede ayudarnos a “orar sin cesar”, como nos exhorta Pablo en 1 Tesalonicenses 5:17.
Padres y madres del desierto
Los padres y madres del desierto fueron un grupo de creyentes que vivieron apenas 200 años después de Jesús. Se retiraron al desierto egipcio para practicar una vida sencilla y monástica. Se dedicaron a seguir a Jesús y a parecerse más a él. Como resultado de su vida ermitaña, desarrollaron unas poderosas rutinas de oración y adoración. Incluían técnicas de respiración en sus momentos de comunicación con Dios. Esta tradición continuó en la iglesia primitiva y en la Edad Media. Hoy en día, muchos cristianos siguen incorporando técnicas de respiración en sus momentos de oración.
Una de las técnicas que desarrollaron los padres y madres del desierto fue una sencilla oración enfocada en el ritmo de la respiración. Al exhalar, se concentraban en la confesión de los pecados y en la expulsión de las cosas que querían desechar de sus vidas. Al inhalar, se concentraban en el perdón y la gracia de Dios, y respiraban la identidad que les pertenecía por medio de Cristo.
Este ejemplo de los padres y madres del desierto es una simple oración de respiración, pero puede ayudarnos a desarrollar una técnica básica de respiración en nuestra vida de oración. También puede recordarnos que abrazar la respiración en la oración no consiste en probar algo nuevo, sino en continuar una práctica antigua que observamos a lo largo de la historia cristiana.
La oración de Jesús
Una de las oraciones de aliento más famosas es la oración de Jesús.
La oración de Jesús es una oración concisa, que consta de únicamente 12 palabras: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador”. Se basa en la respuesta del recaudador de impuestos a Jesús en Lucas 18:13. La oración de Jesús implica que el individuo simplemente repita esta frase con una técnica de respiración de inhalar y exhalar lentamente. Permite la repetición y lleva a la persona a una relación más estrecha con Dios.
A menudo, la primera parte de esta oración, “Señor Jesucristo, Hijo de Dios”, se dice mientras se inhala lentamente. La segunda parte, “ten misericordia de mí, que soy pecador”, se dice mientras se exhala. Cuando se repite lentamente, esta oración lleva al individuo a un lugar de comunión con Dios, a través de una repetición rítmica de estas palabras bíblicas. Esta puede ser una forma muy sencilla de dar el primer paso para incorporar la respiración consciente a tu tiempo de oración.
Oraciones de respiración: ¿Por dónde empezar?
Cuando se trata de incluir la respiración en una rutina diaria de oración, hay muchas maneras accesibles de comenzar este camino. Un buen punto de partida es simplemente comenzar tu tiempo de oración diaria con algunas respiraciones profundas, para disminuir tu ritmo respiratorio y cardíaco. Tomarse uno o dos minutos antes de orar para respirar profundamente puede ayudar a establecer la atmósfera de tu tiempo de oración y acercarte a Dios.
Otra opción es hacer uso de los ejemplos de oraciones de respiración que los cristianos han orado a lo largo de los siglos. Puedes recitar la oración de Jesús e incorporar la práctica de la respiración para enfocar tu mente y tus emociones en Dios. También puedes investigar otras oraciones cristianas de respiración para encontrar la que más te guste.
Recuerda que enfocarte en tu respiración en la oración no es un paso radical. No se trata de despejar la mente ni de dejar de pensar. Se trata simplemente de ralentizar tu cuerpo y buscar a Dios de nuevo. Respirar despacio enfoca tu cuerpo, tu mente y tu alma en la presencia de Dios y te ayuda a buscarlo con todo tu ser.
Si quieres explorar cómo la respiración puede ayudarte en tu camino de oración, dirígete a Glorify, donde puedes encontrar algunas meditaciones y oraciones guiadas para ayudarte en tu camino.
Fotos por Víctor Martín en Unsplash