Aprende cómo orar en 4 simples pasos

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Muchas veces me he preguntado cómo orar correctamente. Tuve momentos en mi vida en los que la oración era algo fácil y otros momentos en los que no sabía por donde comenzar a orar. Pasé por temporadas enteras en las que ignoraba la oración y otras en las que oraba constantemente. Muchos aspectos de la oración siguen siendo un misterio para mí, y estoy seguro de que siempre lo serán, pero la oración es una fuente de gran riqueza y alegría. La oración es un tema sobre el que Jesús nos instruyó con palabra y acción.

Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: —Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos. Él les dijo: —Cuando oren, digan: “Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden. Y no nos metas en tentación”. Lucas 11:1-4

Aquí hay algunas cosas que aprendí de este pasaje, y en mi trayectoria, que podrían ayudarte a responder la pregunta “¿Cómo orar?”

1. Recuerda a quién le estás hablando

Cuando Jesús enseña a sus discípulos a orar, les pide que empiecen con: “Padre”. Al orar, no estamos hablando con un Dios distante o lejano, nos acercamos a un Padre cercano. Cuando Pablo habla de la relación padre-hijo en Romanos, usa la palabra griega “Abba”.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!» El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues, si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. Romanos 8:14-17

La palabra “Abba” es la palabra más íntima con la que un niño se dirige a su padre. Habla de la forma en que el Padre nos ve y anhela que nos relacionemos con él. Cuando pienso en cómo empezar una oración, recuerdo esto y comienzo con “Padre”. Esto me ayuda a verlo como él quiere ser visto, como mi Padre amoroso, el que escucha cada una de mis palabras.

2. Recuerda quién es él

A menudo, cuando empiezo a orar, me preocupan los eventos que están sucediendo en mi vida. Puede ser un amigo en problemas o algo que he visto en las noticias. Las situaciones pueden ser abrumadoras y eso puede generar frustración, desilusión o impotencia. Lo que me ha ayudado muchas veces con la pregunta de cómo orar, son esas pocas palabras que Jesús nos enseñó: “santificado sea tu nombre”.

La versión moderna diría, “santo es tu nombre”. Esta frase es una forma de alabanza, es un momento para hacer una pausa y recordar quién es nuestro Padre. Él es quien hizo que la creación existiera y mantiene las estrellas en su lugar por el poder de su Palabra. Nuestro Padre es el que resucitó a Cristo de entre los muertos, rompiendo las cadenas del pecado y la muerte para siempre. Es vasto, poderoso, sabio, majestuoso y asombroso.

También me tomo un momento para recordar aquellas circunstancias de mi vida en las que he visto obrar su gracia. Momentos en que respondió a mi oración, cambió situaciones y me mostró su bondad. Recordar esto me ayuda a orar desde un lugar de paz y confianza, sabiendo quién es él y lo que ha hecho.

3. Su Reino, no el mío 

¿Cómo oras tú? Yo solía venir a mis tiempos de oración con una lista. ¿Alguna vez has hecho esto? Tenía una larga lista de cosas que quería que Dios hiciera por mí. Repasaba la lista y, una vez que llegaba al final, terminaba mi oración. ¿Te diste cuenta cómo Jesús nos enseña a empezar nuestras oraciones? “Venga tu Reino”. No es mi reino ni mi deseo. Su voluntad, no la mía. Es una forma sencilla de asegurarnos de que nuestra oración esté alineada correctamente. Parte del proceso de la oración es que yo cambie para ser más como Jesús. Jesús realmente modeló esta parte de la oración por nosotros en el huerto de Getsemaní.

Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: «Siéntense aquí mientras voy más allá a orar». Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y com enzó a sentirse triste y angustiado. «Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo». Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú». Mateo 26:36-39

¿Cómo oran los creyentes? No mi voluntad, sino la tuya.

4. ¿Cómo orar? Mantenlo simple

No hay comida más simple que el pan. Se come en todo el mundo, desde los hogares más pobres hasta los más ricos. En su enseñanza sobre la oración, Jesús nos invita a pedirle a Dios esta simple y básica necesidad. Nos anima a permanecer en el momento, a pedir lo que necesitamos hoy.
Hubo momentos en los que no quise hacer oraciones simples. Sentía que Dios estaba demasiado ocupado y era alguien demasiado importante como para preocuparse por mis modestas necesidades. Seguramente, él está ocupado en detener las guerras, terminar con el hambre global o prevenir pandemias; ¿por qué se molestaría conmigo? La respuesta es fácil: porque él es mi Padre y me ama. Tampoco tiene limitaciones ni preocupaciones sobre su capacidad. No puedo sobrecargar a Dios y no hay una oración que él no escuche.

También solía pensar que tenía que hacer una oración adecuada, que de alguna manera mi elocuencia haría que Dios me respondiera más rápido o con más fuerza. No es verdad. Nuestro Padre responde a nuestra oración porque él es bueno, no porque la hagamos bien. “Cuantas menos palabras, mejor es la oración”, dijo Martín Lutero. ¿No es eso reconfortante? Podemos hablar con Dios en el lenguaje cotidiano, al igual que hablamos con un amigo. Encuentro muy útil esta descripción de Moisés y Dios.

“Cuando los israelitas veían que la columna de nube se detenía a la entrada de la Tienda de reunión, todos ellos se inclinaban a la entrada de su carpa y adoraban al Señor. Y hablaba el Señor con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo. Después de eso, Moisés regresaba al campamento; pero Josué, su joven asistente, nunca se apartaba de la Tienda de reunión.” Éxodo 33: 10-11

5. Sigue una guía

La App de Glorify tiene una gran sección de oración que puede ayudarte en tu camino. En todas las preguntas sobre cómo orar a Dios, el mejor consejo que recibí fue relajarme y disfrutarlo. No es un estrés, una obligación o una tarea. En cambio, es un Padre amoroso, que da la bienvenida a su amado hijo en su presencia. ¿No suena hermoso? Si no sabes por donde comenzar, los recursos de oración en Glorify App seguro serán un gran punto de partida.

Foto por Hanny Naibaho en Unsplash

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