Al igual que nuestro bienestar físico y nuestra salud mental, nuestro bienestar emocional juega un papel muy importante en nuestra vida. Dios nos hizo para ser cuerpo, alma y espíritu. Vemos en Jesús que cuando los tres están equilibrados y cada uno está en armonía con Dios y con el propósito que nos ha dado, entonces progresaremos. Es muy fácil perder el equilibrio. Una enfermedad puede tirar por la borda nuestro bienestar físico de la noche a la mañana. Un acontecimiento traumático de la vida puede sabotear nuestra salud mental y un cambio en una relación puede perturbar nuestro bienestar emocional.
Es importante recordar lo mucho que importa nuestro bienestar emocional. Nuestras emociones, aunque no sean tangibles, tienen un efecto tangible en nuestro cuerpo y nuestra vida. Estar bien emocionalmente, progresando con Jesús, es una gran bendición. Con Jesús como guía y ejemplo, y el Espíritu Santo en nosotros, podemos aprender a navegar la intensidad de nuestras emociones.
El Salmo 103 es una escritura clave cuando consideramos nuestro bienestar emocional.
Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas. Salmo 103:1-5
Nuestras emociones están arraigadas a nuestra alma. Luego se relacionan con nuestro cuerpo y nuestro espíritu a través de una hermosa y compleja serie de sistemas en nuestro cuerpo. Entender esto ayuda a descifrar el mensaje clave que David está compartiendo aquí en el Salmo 103. Al ordenarle a tu alma que "Alabe al Señor", estás instruyendo a tus emociones a que adoren a Dios. Marcos 12:30 dice: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Aquí encontramos otra instrucción para influir en nuestro propio corazón. En la traducción El Mensaje este versículo dice: "Ama al Señor Dios con toda tu pasión, oración, inteligencia y energía". La Escritura es clara: debemos ser dueños de nuestra alma. Desde el ánimo que nos da David para alabar a Dios, hasta la exhortación de Marcos de amarlo con todas nuestras fuerzas. O, como dice El Mensaje: con toda nuestra "pasión y energía". Esto significa que podemos y debemos utilizar nuestras emociones para adorar y amar a Dios.
Alabar a Dios cuando nos sentimos ansiosos, temerosos o molestos es más fácil de decir que de hacer. En los días realmente oscuros y difíciles, tener un tiempo de adoración puede ser lo último que tengamos ganas de hacer. En su canción "Kiss the Son", el compositor Kevin Prosch habla de esos momentos: "Cuando te han roto, roto en pedazosY tu corazón empieza a desfallecerporque no entiendes.Y cuando no hay nada que rastrillar de las cenizasY no puedes ni siquiera caminarsobre los campos de alabanza.Pero me inclino y beso al Hijo.Y me inclino y beso al Hijo. Que la alabanza del Señor esté en mi boca.Que la alabanza del Señor esté en mi boca.Aunque me duela, confiaré en ti, Señor.Aunque me duela, confiaré en ti, Señor.Aunque me duela, confiaré en ti, Señor.Aunque me duela, confiaré en ti, Señor. Cuando la roca cae, cae sobre ti.Y te conviertas en polvono hay música para tu dolor.Abres las ventanas, las ventanas del cielo.Y me abriste a míy me aplastaste como una rosa.”
Esta canción tiene sus raíces en las palabras de David, que se encuentran a lo largo de los Salmos, que nos animan a alabar a Dios incluso cuando no tenemos ganas. “Cuando no hay nada... y ni siquiera puedes caminar por los campos de la alabanza. Pero me inclino y beso al Hijo”, una de las líneas de la canción resume la disciplina que se necesita para dominar nuestras almas para adorar incluso en nuestros momentos más débiles. ¿Por qué David le dice a su alma que alabe a Dios? ¿Por qué nos enseña Marcos a amar a Dios con toda nuestra pasión y energía? ¿Con toda nuestra alma? ¿Y por qué en las canciones de alabanza encontramos ánimo para adorar a Dios por muy difícil que sea? Porque alabar a Dios es la clave del bienestar emocional.
En Jesús vemos a un hombre que experimentó toda la gama de emociones humanas y, sin embargo, en última instancia siempre se sometió a sí mismo, y lo que sentía, a Dios. Aunque sabía que iba a sufrir en la cruz, soportó el miedo y el dolor de todos modos. Jesús experimentó la traición, el dolor, el enojo y la tristeza y, sin embargo, dejó claro que lo que hacía y lo que decía lo dictaba Dios. Hay un poderoso ejemplo, modelado en Jesús, de sentir algo y, sin embargo, no dejar que ese sentimiento gane sobre la atención a la voz de Dios. Este sometimiento de nuestra vida y emociones a Dios es la clave del bienestar emocional. Aunque suene contradictorio, someter nuestras emociones a Dios es en realidad lo más liberador que podemos hacer. Alabar a Dios cuando no nos da ganas juega un papel muy importante a la hora de permitir que nuestras vidas sean una ofrenda diaria, con emociones y todo, para Dios. Adorarle nos ayuda a adoptar su perspectiva. Nos obliga a enfocarnos en él y en su corazón para nosotros, en lugar de en lo que dice nuestro corazón. Cambiamos nuestros miedos, preocupaciones y disgustos por su paz perfecta y su amor infalible.
Salmo 62:1-2 dice: “Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi salvación. Solo él es mi roca y mi salvación; él es mi protector. ¡Jamás habré de caer!” Nuestra alma encuentra descanso en Dios. Él es nuestro lugar seguro. Es la base sobre la que podemos construir nuestro bienestar emocional. Al igual que hacer una buena dieta y estar en movimiento saludable son la clave del bienestar físico, tener intimidad con Dios es la clave del bienestar emocional. En los días buenos y en los malos, en las alegrías y en las penas, tenemos que "caminar por los campos de la alabanza". Es esta disciplina de elegir encontrarnos con Dios, sin importar cómo nos sintamos, la que nos hará estar bien. Para seguir desarrollando esta disciplina, la app Glorify, cuenta con diferentes herramientas que facilitan la alabanza y la comunión con Dios.