Responder por qué murió Jesús, es complejo. Como resultado, la respuesta a menudo se simplifica demasiado, llegando a distorsionarse. Cuando Jesús murió y resucitó, sus discípulos comenzaron a proclamar un mensaje radical al mundo. Jesús mismo dijo, una y otra vez, "las Escrituras tienen que cumplirse". Mateo, Marcos, Lucas y Juan dijeron de diferentes maneras que la muerte de Jesús en la cruz era la culminación de la historia contada en la Tanaj. Que, de hecho, la muerte de Jesús en la cruz era la buena noticia que el pueblo de Dios había estado esperando.
La muerte por crucifixión fue la muerte más humillante y degradante a la que los romanos pudieron someter a Jesús. La crucifixión, en la que la persona era clavada en una cruz de madera, estaba reservada a esclavos, extranjeros y personas sin derechos civiles. Al dejar morir a Jesús, colgado de una cruz, los romanos lo identificaban como lo más bajo de la sociedad. La muerte por crucifixión era una forma de decir: este hombre no tiene importancia, no tenía poder y no tiene valor.
Es tentador pensar que Jesús muriendo en la cruz significa que Dios fue derrotado. Tal vez era demasiado débil para superar los poderes del mal en el mundo. Después de todo, la muerte en la cruz era increíblemente humillante, ¿seguro que este era el plan de Dios? Aquí es donde entra una de las verdades fundamentales de la Biblia. Una verdad que se entreteje a través de cada libro, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Dios nos ama con un amor sin restricciones, ilimitado, interminable, increíble que apenas podemos comprender. Su plan siempre ha sido vivir en intimidad con nosotros. Desde el momento que nos alejamos de esa intimidad con Él (cuando Eva eligió tomar la manzana), ha estado escribiendo la historia para restaurarla. Así que, ¿permitiría Dios que su Hijo fuera completamente humillado y torturado en la cruz para corregir lo que estaba mal y permitirnos vivir en intimidad con Él nuevamente? Sí, sí lo haría.
La muerte de Jesús en la cruz es, en parte, el pago por nuestros pecados. Pero esa es una manera simplificada de abordar el evento. Cuando Jesús murió en la cruz y resucitó, en realidad estaba cumpliendo un plan antiguo. Un plan creado miles de años antes por Dios para reconciliar a este mundo con Él. La crucifixión es en realidad una promesa de la creciente presencia, poder y gobierno de Dios en todos los rincones de este mundo. Así que, Jesús murió para que nosotros vivamos. También, murió para que Dios pudiera reconciliar este mundo con la verdad de Su reino.
Romanos 8:1-4 contiene algunos de los versículos más importantes acerca de la muerte de Jesús en la cruz: "Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la Ley no pudo liberarnos porque la carne anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en una condición semejante a la de los pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la carne, a fin de que la justa demanda de la Ley se cumpliera en nosotros, que no vivimos según la carne, sino según el Espíritu." El pecado que Pablo describe aquí es más que nuestros pecados individuales. No se trata solo de que Jesús compense nuestros fracasos. El pecado descrito aquí es la presencia misma del mal, el peso de todo lo malo, en el mundo. Es el poder de las tinieblas. Al decir "Así condenó Dios al pecado en la carne", Pablo explica que todo el poder de la oscuridad y del mal fue condenado y derrotado en Jesús.
Si Jesús derrotó todo el mal cuando murió en la cruz, ¿por qué sigue habiendo tanto mal en el mundo? Aquí es donde entra en juego la complejidad del ahora y el todavía no del reino de Dios. Cuando Jesús murió en la cruz, condenó toda oscuridad y anunció, alto y claro, la soberanía y el gobierno final del cielo en toda la tierra. Al mismo tiempo, hizo posible, al limpiar nuestra maldad, que formemos parte del reino de Dios ahora. Compartiendo Su bondad, caminando con Su autoridad y viviendo bajo Su voluntad. Pero todavía hay mal en este mundo. Aunque está derrotado, aún lanza golpes. Tenemos toda la autoridad, a través de Jesús, para vencer cualquier mal que enfrentemos. Esto forma parte de las "buenas nuevas" que compartieron los discípulos. No significa que no sentiremos el impacto del mal que nos pisa los talones, pero podemos vivir sabiendo que formamos parte de un reino triunfante que se expande constantemente. Ahora podemos saborear por adelantado la vida eterna con Dios. Este anticipo nos da poder y nos permite vivir como Jesús lo hizo. Somos nosotros los que vivimos con la perspectiva del reino, los que pondremos en práctica el plan de Dios para reconciliar a este mundo con Él.
La muerte de Jesús en la cruz significa que, si tú crees el mensaje del evangelio y aceptas a Jesús como tu Señor y Salvador, tus pecados han sido borrados y has sido purificado. Esto hace posible que vivas, por toda la eternidad, con Dios en el cielo. ¡Aleluya! La muerte de Jesús en la cruz también significa que tienes la capacidad de cambiar el mundo que te rodea. Impulsados por el Espíritu Santo, podemos tener un impacto radical en las personas de nuestras vidas. Podemos transformar organizaciones, estructuras y políticas. Podemos mostrar amor, bondad y generosidad porque vivimos en un reino sin límites. La muerte de Jesús en la cruz nos capacita para ser agentes del bien, aquí y ahora, cambiando el mundo en su nombre y para su gloria. Si deseas seguir explorando esta tema, ¡invitamos a unirte a nosotros en Glorify! Juntos, meditamos en la Palabra de Dios y descubrimos más sobre la profundidad de su amor por nosotros.
¡Que Dios te bendiga grandemente! Fotos por stein egil liland
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