Dios como Padre es un concepto familiar para algunos y un gran desafío para otros. A menudo, dejamos que nuestra experiencia de la paternidad moldee nuestra relación con Dios como Padre, cuando en realidad debemos cambiar completamente nuestro enfoque. Dios es el Padre original, el creador de todo. Él creó la paternidad. Es su amor increíblemente generoso el que define lo que puede y debe ser un padre. Cuando nuestros padres nos aman de la manera correcta, cuando nos nutren, apoyan y defienden, están reflejando la naturaleza misma de Dios. Así que, sea cual sea tu experiencia con los padres hasta ahora, intenta acercarte a Dios como Padre con una pizarra limpia. Deja que Dios, que es el autor de la familia, del amor y de la pertenencia, se presente como tu padre. Ahora es el momento de entrar en tu identidad como hijo o hija del creador del mundo.
Gálatas 3:26 dice: “Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús”. Este versículo forma parte de un capítulo que explica que hemos sido liberados por el sacrificio de Jesús en la cruz. Que, gracias a él, podemos vivir por gracia. Desde el momento en que la humanidad fue creada, formamos parte de la familia de Dios. Él ha sido nuestro Padre, nuestro compañero y nuestro hogar desde el principio de los tiempos. Pero, la caída significó una gran separación entre nosotros y nuestro Padre. Desde entonces, hasta el momento en que Jesús murió en la cruz, nuestra relación con Dios se vio afectada por la separación que causó el pecado. Lo que dice este versículo clave de Gálatas es que, gracias a lo que hizo Jesús en la cruz, podemos volver a vivir en familia con Dios. Cuando Jesús declaró que el velo se había rasgado, estaba anunciando el regreso de la relación entre nosotros y nuestro Padre. En 2 Corintios 6:18, Pablo incluye una promesa de parte de Dios: “Yo seré un padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso”. Tómate un momento para imaginar lo dependiente que es un niño de sus padres. Cuando somos pequeños, dependemos de nuestros padres para todo, desde lo más básico como un dormir y comer, hasta para guiarnos en cómo vivir. La vida de los niños pequeños es inseparable de la de sus padres. Están entrelazadas desde la mañana hasta la noche. Esta es la relación que estamos diseñados a tener con Dios.
Cuanto más aprendes sobre Dios y más tiempo pasas con él, más te das cuenta de lo buen Padre que es y de lo bendecidos que somos por ser sus hijos. “¡Grande es su amor por nosotros! ¡La fidelidad del Señor es eterna!” Salmo 117:2 Él es fiel. El Salmo 117 describe la increíble fidelidad de Dios. Tener un padre fiel significa que podemos confiar en que nunca estamos solos y que, por muy mal que nos vaya o por muy dura que sea la vida, siempre tendremos el apoyo de Dios. Sofonías 3:17 dice: “porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos”. Dios se deleita en ti. Este pasaje de Sofonías nos da una idea de cuánto nos ama Dios y cómo se deleita en nosotros. Qué increíble es pensar que Dios se regocija en nosotros con cantos. En el evangelio de Lucas leemos la historia del hijo pródigo. Esta conocida parábola describe a un hijo que se va de casa y despilfarra su herencia. Incluso después de haber faltado el respeto a su padre y de haber vivido de forma insensata, el padre, al ver que su hijo vuelve a casa, corre a darle la bienvenida. Siempre nos dará la bienvenida a casa. Esta parábola es una poderosa descripción de la clase de Padre que es Dios. No importa cuántos errores hayamos cometido, cuán insensatos hayamos sido o cuánto tiempo hayamos estado fuera de casa, él siempre correrá a darnos la bienvenida.
Conocer a Dios como Padre puede ser una de las relaciones más transformadoras de tu vida. Cuando abrazamos nuestro papel de hijos e hijas de Dios, somos hechos nuevos por su amor, su gracia y su perdón. La Biblia está llena de versículos que nos enseñan sobre Dios como Padre.
Ser hijos de Dios significa que podemos confiar en su provisión para nosotros. “Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?” Mateo 6:26 Esta cita de Mateo nos anima a recordar que podemos confiar en la provisión de Dios para nosotros. Podemos confiar en que, al igual que las aves del cielo tienen todo lo que necesitan, nosotros también lo tendremos.
En Mateo 7 encontramos una hermosa descripción del carácter de Dios como Padre. “¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!” Mateo 7:9-11 Hay dos enseñanzas importantes en este pasaje. En primer lugar, Jesús nos enseña que Dios ama darnos cosas buenas. Explica que a todos los padres, incluso a los que están llenos de sus propios fallos y desórdenes, les gusta dar cosas buenas a sus hijos. Entonces, imagina cuánto más le gusta a Dios, nuestro Padre celestial, darnos cosas buenas. En segundo lugar, Jesús nos anima a pedirle cosas a Dios. Puede ser tan fácil olvidar que podemos acercarnos a Dios con nuestras esperanzas, nuestros sueños y nuestras necesidades y simplemente pedirle. Al igual que un niño llora cuando necesita comida o consuelo, Dios quiere que nosotros, sus hijos, clamemos a él.
A veces podemos entender algo en nuestra cabeza, pero puede tardar en calar en nuestro corazón. Entonces, aunque entendamos nuestra identidad como hijos de Dios, puede que no la sintamos realmente. Sentirse capaz de acercarse a Dios como Padre puede requerir un poco de práctica. Aquí tienes un ejercicio sencillo para animarte a sentir la seguridad y el consuelo de ser hijo de Dios.
Antes de dormirte por la noche, siéntate durante un momento con algo para anotar y prueba este ejercicio. Al pensar acerca del día que viviste, completa los espacios en blanco mientras escribes. Luego, ora en voz alta. Padre, Hoy estoy muy agradecido por tu provisión en esta área.....Hoy me resultó difícil esto... y me encantaría tu ayuda. Por favor, haz que mañana encuentre una solución o un avance. Dios, necesito esto... en mi vida ahora. Gracias por amarme como a tu propio hijo. En el nombre de Jesús. Amén. Foto por Cagatay Orhan en Unsplash Foto por Jason Blackeye en Unsplash.
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