El Día Mundial de la Salud Mental es un día internacional dedicado a la educación, la concienciación y la reducción del estigma social en materia de salud mental. El tema del 2022 es "La salud mental en un mundo desigual". Según el National Institute of Mental Health, uno de cada cinco adultos estadounidenses padece una enfermedad mental. Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada ocho personas en el mundo sufrirá una enfermedad mental. Muchos de nosotros experimentaremos problemas de salud mental cada año. Hay pruebas de que ciertos grupos, como las mujeres jóvenes, son más vulnerables (disponible en inglés).
Las iglesias pueden ser refugios en esta batalla contra las presiones de ser económicamente productivos o estar superficialmente ocupados. Pueden ser comunidades de transformación para una cultura cansada y preocupada, y para personas ansiosas e inquietas. Pueden ser lugares seguros en los que la gente puede acceder a ayuda y ser dirigida a atención profesional también.
A veces, los consejos sobre salud mental se parecen mucho a las palabras de Jesús: pasa tiempo con la gente que te importa; ayuda a los demás; comparte lo que te pasa en la vida. Como seguidores de Jesús, podemos aprender a escuchar su voz incluso en los momentos más oscuros. Podemos recordar que somos amados y podemos invitar a otros a la maravilla del evangelio también. Sin embargo, las enfermedades mentales pueden seguir siendo un tema muy estigmatizado para muchos creyentes. Los pensamientos suicidas y la desesperación extrema que acompaña a la depresión clínica pueden ser difíciles de entender para aquellos que no experimentan estas realidades. Aunque muchos creyentes han experimentado ansiedad o depresión en alguna ocasión, las personas con una enfermedad mental diagnosticada se enfrentan a desafíos únicos. Charles Spurgeon dijo una vez, "La mente puede descender mucho más bajo que el cuerpo, pues en ella hay pozos sin fondo. La carne solo puede soportar un cierto número de heridas y no más, pero el alma puede sangrar de diez mil maneras, y morir una y otra vez cada hora". La enfermedad mental no es un fenómeno nuevo y las mismas verdades bíblicas que han animado a los creyentes durante siglos pueden utilizarse ahora para animar a los que sufren una enfermedad mental. Aquí hay cuatro verdades bíblicas a las que podemos aferrarnos.
Desde la caída, el pueblo de Dios ha sufrido mental, emocional y físicamente. Incluso Cristo, en la cruz, gritó desesperado: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Mateo 27:46 Cuando sufrimos, no estamos solos. Jesús promete que nunca nos dejará y estará con nosotros siempre. Hablar abiertamente de los problemas de salud mental con profesionales capacitados nos permite obtener la ayuda y el apoyo que necesitamos. Con el tiempo, podremos ayudar a otros a compartir sus propias luchas y reconfortarlos también.
Aunque la enfermedad mental es un resultado de la caída, nuestra aflicción, como la del ciego de nacimiento (Juan 9:1-3), no es un castigo por nuestros pecados o los de nuestros padres. La enfermedad mental puede no ser nuestra culpa, pero puede ser una oportunidad para que recibamos la gracia de Dios que necesitamos para superar un momento difícil. Por supuesto, el pecado y la desconexión de Dios pueden agravar la enfermedad mental y causar depresión o ansiedad. Es fundamental tener personas que nos señalen con amor a Cristo y a la fuente de nuestra sanidad. Podemos dejar que la luz de su amor entre en nuestras vidas mientras pedimos su gracia transformadora.
Tenemos un Salvador personal que se ha identificado con nuestro sufrimiento. Podemos recordar la cercanía de Cristo cuando sufrimos los efectos de la enfermedad mental. Él llora con nosotros como lo hizo con la familia de Lázaro (Juan 11:32-35). Él era consciente de la obra de resurrección que iba a realizar, pero eso no le impidió atravesar el dolor junto con la familia de su amigo. Del mismo modo, él sabe cómo va a trabajar en y a través de nuestra vida y está presente con nosotros en medio de ella. Dios envió al Espíritu Santo, nuestro Consolador y Consejero, para estar con nosotros y ayudarnos. El Espíritu Santo ora por nosotros. Él clama por nosotros cuando somos incapaces de formar palabras y solo podemos emitir sonidos de desesperación (Rom. 8:26-27). Mantén tu determinación, porque hay una gran esperanza.
El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. Salmo 34:18
Todos estamos rotos de alguna manera única y personal, pero Cristo nos devuelve la integridad. Él hace brillar una luz en las tinieblas de nuestro corazón y mente (2 Cor. 4:6). Él nos libra de caer en la tumba (Job 33:28) y nunca nos abandona (2 Cor. 4:7–10).
La Biblia no teme hablar de la angustia mental y emocional. Pensemos en Job o en los salmos de lamentación, que constituyen la mayoría de los salmos. Son cantos de personas que suplican a Dios: "Vuelve a mí tu rostro y tenme compasión, pues me encuentro solo y afligido". Salmo 25:16 Aun así, la mayoría de los salmos de lamentación terminan con una nota positiva, recordando al lector la fidelidad de Dios. Nosotros, como el pueblo de Dios a lo largo de la historia, olvidamos con frecuencia lo que él ya ha hecho por nosotros y las promesas que sigue cumpliendo. Guarda estas verdades en algún lugar donde las veas a menudo. Compártelas con un amigo cercano, un familiar o un compañero que pueda recordártelas cuando te olvides o te falte la energía o la fuerza de voluntad para hacerlo. Incluso en los días más oscuros, la palabra de Dios te habla. En Glorify puedes encontrar docenas de meditaciones bíblicas que te ayudarán a permanecer en la verdad de Dios cuando los pensamientos de angustia quieran entrar a tu mente. Foto por Joseph Barrientos en Unsplash Foto por frank mckenna en Unsplash
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