El mandato bÃblico sobre el perdón es desafiante, radical y provocador. En pocas palabras, se nos ordena perdonar a todos por todo, siempre. Pero, ¿cómo puedes perdonar lo que no puedes olvidar? Puede que tengas que perdonar cosas como las mentiras que se dicen sobre ti o las palabras duras que te dicen. Tal vez tengas un familiar que te decepciona continuamente o un amigo que siempre te hace sentir mal contigo mismo. El perdón puede ser una verdadera lucha en todos estos ejemplos. Otras veces, sin embargo, nos enfrentaremos a la elección de perdonar comportamientos verdaderamente escandalosos: traiciones, heridas fÃsicas, abusos. Es aquà donde debemos aprender la primera lección sobre cómo perdonar lo que no se puede olvidar: La perspectiva de Dios está muy lejos de la nuestra. Para profundizar en la perspectiva de Dios continuamente, descarga Glorify App, y únete a nuestro devocional diario.
La economÃa del Cielo es muy distinta de la nuestra. Vivimos con un sistema de valores inherente, dando más importancia a unas cosas y a unas personas que a otras. La perspectiva de Dios es muy diferente y, a menudo, totalmente alucinante. Dios no valora a una persona por encima de otra. No es mejor hacer daño a un desconocido o mentir a alguien a quien no aprecias mucho. Todo el mundo es valioso a Sus ojos. También otorgamos valores diferentes a los distintos pecados, suponiendo, por ejemplo, que robar es peor que decir una mentira. O que pensar en tener una aventura es mejor que tenerla realmente. Pero, de nuevo, Dios ve las cosas de otro modo. Cuando se trata de perdonar, primero tenemos que comprender que nuestra perspectiva está muy equivocada y que, en última instancia, lo único que importa es la visión de Dios.
A lo largo de las Escrituras, hay un mensaje casi cÃclico en torno al perdón. En primer lugar, en múltiples libros a lo largo de la Biblia se nos dice que perdonemos como se nos perdona primero. "Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente." Salmo 103:12 Dios, en Su misericordia, entregó a Su único hijo en pago por nuestros pecados. Gracias a la muerte de Jesús, el gran sacrificio de Dios, nuestras deudas han quedado saldadas. Su acto radical y generoso de perdón hizo posible que nos reconciliáramos con Dios. Y, vivir como Sus hijos, Su familia, una vez más. Asà que, al igual que Dios nos perdonó, a pesar de ser culpables de pecado, nosotros también debemos perdonar a los demás. Pero la otra parte del mensaje de las Escrituras sobre el perdón es que debemos perdonar para que Dios nos perdone. Al reconciliarse con nosotros y dotarnos de Su EspÃritu Santo, Dios hizo posible que realizáramos actos sobrenaturales de perdón. Y espera que lo aprovechemos al máximo. Espera que perdonemos a los demás, igual que Él nos perdonó a nosotros.
Encontrarás enseñanzas sobre el perdón tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Desde historias como la del hijo pródigo, que nos animan a abrir los brazos de par en par y acoger a alguien en casa, aunque nos haya hecho daño, hasta el sermón de la montaña de Jesús, recogido en Mateo: "Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre perdonará a ustedes las suyas."
"En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de su gracia" Efesios 1:7 "Vengan, pongamos las cosas en claro», dice el Señor. «Aunque sus pecados sean como escarlata, quedarán blancos como la nieve. Aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como la lana." IsaÃas 1: 18 "No juzguen y no se les juzgará. No condenen y no se les condenará. Perdonen y se les perdonará." Lucas 6:37 "¿Qué Dios hay como tú, que perdone la maldad y pase por alto el delito del remanente de su heredad? No estarás airado para siempre, porque tu mayor placer es amar. Vuelve a compadecerte de nosotros. Pon tu pie sobre nuestras maldades y arroja al fondo del mar todos nuestros pecados." Miqueas 7:18-19 Aunque Pablo, Lucas, IsaÃas y Miqueas ponen un énfasis ligeramente distinto en el tema del perdón, todos sus escritos se basan en la misma verdad: hemos sido perdonados, y por eso debemos perdonar.
Una de las claves para perdonar lo que no puedes olvidar es orar una bendición sobre quien te haya herido. SÃ, incluso cuando el mero hecho de pensar en ellos te enoje o te provoque lágrimas. Si puedes acudir a Dios y orar una simple bendición sobre la salud de esa persona, tal vez sobre sus relaciones o su trabajo, habrás dado un paso enorme hacia el perdón. Orar bendiciones por alguien que te ha hecho daño corrige la postura de tu corazón. También te conecta con la perspectiva de Dios sobre la situación. Aunque cada fibra de tu ser se resista a la idea, intenta adoptar la disciplina de orar por cosas buenas para quienes te han hecho daño. La belleza de esta disciplina es que no solo les bendice a ellos, sino también a ti. Te orienta hacia la sanidad y evita que permanezcas en la amargura y el dolor.
Si aún no conoces la inspiradora y conmovedora historia de Corrie Ten Boom, tienes que buscarla después de leer este blog. Su experiencia de sufrimiento por su fe le infundió una profunda sabidurÃa a la que muchos siguen recurriendo hoy en dÃa. «Incluso cuando los pensamientos de ira y venganza bullÃan en mÃ, vi su pecado. Jesucristo habÃa muerto por aquel hombre; ¿iba yo a pedir más? Señor Jesús, oré, perdóname y ayúdame a perdonarle. Jesús, no puedo perdonarle. Dame tu perdón. Y asà descubrà que la sanidad del mundo no depende tanto de nuestro perdón como de nuestra bondad, sino de la Suya. Cuando nos dice que amemos a nuestros enemigos, nos da, junto con el mandato, el amor mismo». No puedo perdonarle. Dame tu perdón. Corrie experimentó el holocausto judÃo. Vio de primera mano lo crueles y rotas que pueden llegar a ser las personas. Junto con su familia, se cree que Corrie fue responsable de salvar más de 800 vidas judÃas antes de que la encarcelaran. Su padre y su hermana, también encarcelados, murieron en cautiverio. Historias como la de Corrie nos recuerdan que nuestra capacidad de perdonar no depende del alcance de nuestro daño. Depende enteramente de nuestra confianza en Dios, de nuestra relación con Él y de que entreguemos nuestros sentimientos a Su verdad. Perdonar lo que no podemos olvidar no depende de nosotros ni de nuestras fuerzas, lo cual es un alivio, ¿no? Ser capaz de perdonar se basa en conocer a Dios y confiar en Él.
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